domingo, 6 de julio de 2014

COSTA VERDE PARIA: La verdadera riqueza

Cuando pienso en los años felices siempre aparece de primera mi etapa en la Península de Paria: fueron los tiempos de Aguasana y sus pozos de aguas termales, una aventura eco-turística que me dio la tranquilidad de que mi vida ya estaba suficientemente vivida; fue bajar desde la carretera hacia el Hato Río de Agua y quedarme un instante sin habla, con la certeza de que estaba contemplando el paisaje más bonito del mundo, la marisma, los búfalos, la sabana; fue sentarme frente a Playa Medina a comerme un parguito frito después de haber nadado en la mejor bahía del Caribe. Esa vida fue una verdadera riqueza.  
Todo este recuerdo viene al caso porque la semana pasada pensé bastante sobre el dinero y la riqueza. Estaba tan obsesionada con el tema que envié algo escrito a mis hijos, más que todo porque me acordé que mi papá siempre tuvo muy claros los dos conceptos y trató de enseñarnos que la riqueza no era solo el dinero sino que lo más importante era estudiar, ser una persona correcta y pensar en los demás, decía que eso era ser verdaderamente rico.
Cuando pienso en mis amigos de Paria: Wilfried, Ana Teresa, Elizabeth, Sabine, Joel, Alicia, Pedro y algunos más que no nombro, los imagino a todos pintados de verde, de pie a cabeza, como la escultura de Nicomedes en Sietemares, en esa misma costa verde pero más al centro. Y pienso en ellos porque también son parte de la verdadera riqueza de la Costa Verde Paria, por su amor a la naturaleza, por su empeño en desarrollar los proyectos de la Fundación Thomas Merle, casi siempre con un inmenso esfuerzo, porque siguen batallando en una tierra bellísima pero dura como cualquier frontera.
El vigilante de Nicomedes Zuloaga. Sietemares
En medio de toda la turbulencia ese grupo de pioneros variopinto insiste, apuesta por su costa, espera ese turismo que debe llegar. Se aferran a un sueño que comenzó hace más de 25 años y que ha sorteado las más estimulantes y angustiosas etapas.
Es imposible que una Costa Verde como la de Paria no sea exitosa como todas las Costas Verdes del mundo, es imposible que ese sueño venezolano-argentino-alemán-corso no se cumpla. Allí se mueven demasiadas energías, allí las personas encuentran el sentido de la vida, allí hay que olvidar cualquier circunstancia externa e insistir, tal cual como lo hicieron nuestros conquistadores.
Hay que solicitar con tenacidad agotadora que vuelvan a llegar las líneas aéreas locales al aeropuerto de Carúpano, hay que solicitar una carretera que comunique a todas las playas, que Medina y Puy-puy estén unidas a Chaguaramas de Loero, a Nivaldito, a Chaguaramas de Sotillo para que se haga el corredor definitivo en la Costa Verde Paria.

Unir estas playas es importante porque así se completaría ese gran sueño en la tierra que más adoro, esa zona adonde llegó mi bisabuelo corso: Agustin Lucca Franceschi. El alcalde del municipio Arismendi, donde se encuentra este delicioso corredor de playas, se llama Enrique Franceschi, entonces las cosas podrían tomar otra perspectiva y convertirse en un intenso y demoledor interés entre descendientes de corsos para continuar desarrollando la zona como lo hicieron nuestros antepasados.

No pierdo las esperanzas de volver a vivir en la Costa Verde Paria, donde se encuentra la verdadera riqueza, ya que ese también ha sido mi propio sueño. No lo descarto, estoy a la espera...