domingo, 5 de febrero de 2012



De Navios, Ron y Chocolate
(de nuevo el tema de los corsos)
Por fin la vi, tenía tiempo pendiente de la película de Malena Roncayolo, era un proyecto que había vivido de lejos pero que me tocaba muy cerca. A pesar de su nombre que puede ser o no ser, por mi participación como entrevistada en la película sabía que trataba sobre los inmigrantes corsos que llegaron a Venezuela.  
Es un tema que me interesa, como a muchos de los descendientes de los corsos que se establecieron en mi país. Algo supe de ella cuando se estrenó en Caracas, algunos amigos me escribieron sobre una estupenda fotografía, y luego traté de asistir a la presentación en Bastia, Cabo Corso, pero no llegué. Inesperadamente, el CD llegó a mis manos entregado por la propia Malena en un encuentro fortuito en Miami.
Como tengo el CD la he recorrido varias veces, no me ha cansado; aunque el poder de las imágenes que realmente son magníficas fue limitado, tuve la oportunidad de apreciarla con calma debido a que pude ir de atrás para adelante y de adelante hacia atrás. La revisé a mi antojo para deleitarme con la fotografía de dos lugares que son mis favoritos: la Península de Paria y el Cabo Corso. Solamente por entrar en la atmósfera de la isla de Córcega, que siempre me entusiasma por insondable, y por disfrutar de la explosión tropical de Paria, merece la pena esta película, que sin duda ofrece mucho más.
Malena Roncayolo siguió la ruta de los corsos, entrevistó a un grupo de personas que conoce sobre el tema y que de alguna manera ha vivido en contacto con esos pioneros que vinieron a Venezuela, más que todo durante el siglo XIX. Me llamó la atención el comienzo porque Malena se detiene para explicar la situación de españoles, ingleses, y por supuesto franceses, en el Caribe, cuando todavía America del Sur era colonia de España y Portugal, me sorprendió porque no esperaba una introducción que hablara de esos tiempos, pero recordé que la película cuenta sobre navíos. Malena hace navegar una gran variedad de embarcaciones por el Mediterráneo, por el Atlántico y por el Caribe, con una limpieza tecnológica que solo una cineasta experimentada y actualizada puede lograr. Los efectos sobre el mar me dejaron loca.
Playa Medina en la Penísula de Paria


Luego la imagen se muda a tierra y distingo a la la bella iglesia de Murato, una de mis favoritas, los altos árboles de Guaraúnos, las casas de Erbalunga que dan al mar y el recorrido costa afuera por las playas parianas, pienso que me hubiera gustado que algunos sitios emblemáticos como estos, tanto en Córcega como en Venezuela, tuvieran una letrero, algo que los identificara. Ante la visión inicial de esta iglesia de Murato construida durante el período de dominación de Pisa, comencé a soñar porque sabía que anunciaba un festín para mis sentidos y para mi vista. 
Paralelamente escuchaba el guión donde intervenían varios narradores dando una cantidad de información, a veces confesional en el caso de la lectura del diario Souvenirs escrito por una corsa que visitó nuestra tierra, a veces poética porque el paisaje así lo exige y a veces informativa ya que pasaron muchas cosas interesantes durante el abandono de la tierra mediterránea y la instalación en el Caribe . La propuesta de Malena combina narraciones, ficción y entrevistas para contarnos una historia que transcurre durante muchos años, hasta llegar a nuestros días.
Marsella
He leído bastante sobre el tema pero fue un placer verlo pasar en imágenes frente a mis ojos, que mis admirados corsos que dejaron su isla en el Mediterráneo y se vinieron a América tomaran forma en las imágenes de ficción tan acertadas de Malena. Audaces, comprometidos, unos amantes del comercio y otros buscando tierras para sembrar. Productores y exportadores de cacao, café y ron, explotadores del caucho y mineros en El Callao, marinos y constructores de trenes como los mismos Roncayolo. Vidas ricas, intensas, de aventuras controladas porque buscaban el éxito. Y ante tanta actividad, las sedantes tomas de Pino, de Bastia, de Oletta, de Figarella, de Erbalunga, de la Castagniccia, la gran belleza de la isla de Córcega combinada con el brillante puerto de Marsella.
Irapa, Península de Paria, archivo de JB Canarelli
La actualidad la cuentan los descendientes de los pioneros, comienzan hablando los bisnietos de los que vinieron durante las primeras décadas del siglo XIX, narran los recuerdos familiares y la situación del país para la época, junto al historiador Carlos Viso, un experto en el tema que ha recuperado y conservado cantidad de documentos y fotos que quedaron olvidados en Carúpano cuando la mayoría de las familias corsas se fueron a la capital.
Más adelante respiro tranquila por la mención de Pascal Paoli, verdadero héroe nacional antes de que surgiera el pequeño gran corso, quien escapa temprano de la historia de la isla para coronarse como el Emperador Napoleón. 
A través de la película se va conociendo la vida de los que se vinieron, las circunstancias en las cuales quedaron cuando Génova le entregó la isla a Francia. Bien contada, bien armada, tal vez con algunas disgresiones que nos separan del hilo principal de la historia pero que la mayoría de las veces enriquecen la obra de Malena. Allí queda este largo y completo testimonio.
Hay que verla, no solo los que compartimos el interés por los que vinieron de la isla de Córcega sino todos los que habitamos y queremos el mar Caribe, esta es parte de nuestra historia. Hay que celebrarla porque es el trabajo arduo de una venezolana que se atreve a contar, que se arriesga a incursionar en un oficio tan duro y completo como es narrar con imágenes y con la palabra. Me siento orgullosa de compartir con Malena la sangre corsa y sobre todo la venezolana. 
Malena Roncayolo, Anabel Acosta y Damián Croce en Erbalunga