jueves, 10 de septiembre de 2015

UNA HISTORIA PARA CUATRO NOVELAS

Con Ana Elisa en las afueras de Roma
En el año 2010 tuve una extraña conversación con mi hija Ana Elisa en Roma. Como nos vemos poco, en todo caso menos de lo que se ven madres e hijas que no viven en lugares distantes, en nuestros encuentros conversamos mucho, tratamos de ponernos al día sobre nuestras vidas, por distante y absurdo que parezca. En esa ocasión Ana Elisa me relató una pesadilla recurrente que la molestaba con frecuencia: una amiga mía, que había sido su baby sitter durante varios años y que luego había desaparecido sin dejar rastro, aparecía montada en una carroza vestida de Miss Venezuela y la saludaba con la mano, pero con tal expresión en la cara que la dejaba temblando. Ese sueño que a mi hija la hacía sentir tan mal me disparó muchos recuerdos vividos con mi amiga desaparecida y decidí tratar de contar una historia donde alguien se va y no se sabe más de ella, como fue el caso de Mariela.

Luego seguí para Zurich a visitar a Carlos, el hijo que vive en el frío, pero la suerte estaba echada, esos recuerdos daban vuelta en mi cabeza. Era otoño en el norte lo que significa invierno en Zurich. Llegué durante una gran nevada que se quedó por una semana, una circunstancia que no inmuta a un suizo pero clausura a una habitante del trópico hasta nuevo aviso. Esa semana encapillada me sirvió para un experimento: definí unos personajes antes de pensar la trama. Estaba leyendo Iconografías de Michel Maffesoli y sus íconos de la postmodernidad me pedían que les diera vida y yo resolví hacerlo. Ese fue el libro que me sirvió de guía para mi cuarta novela.
Con Carlos en el Instituto Jung, Kusnatch
"Te pienso en el puerto" tuvo a la"Historia de Carúpano" de Tavera Acosta como disparador oficial, un libro que me regaló mi amigo Yarao, el curandero del Caserío Ño Carlos en la Península de Paria. Un día se presentó Yarao a la Hacienda Aguasana para darme el libro porque yo le había llevado desde Caracas "Laboratorio de la Naturaleza" de Lutecia Adams, así estaba de agradecido y fascinado con mi regalo que me ofreció una obra que había leído muchas veces y adoraba. Allí, entre pozos de agua caliente y turistas, comencé a leer sobre los inmigrantes de Córcega que llegaron a Carúpano en el siglo XIX y me apasioné por el tema. Entre ellos llegó a Venezuela mi bisabuelo Lucca.
Una vez armada la tribu de personajes postmodernos, asesorada por Maffesoli, volví a ver The Matrix porque algo me decía que allí había alguna clave que me sería útil. En todo caso la nieve seguía cayendo sobre Zurich y Carlos & family actuaban como suizos: salían y regresaban dentro del temporal mientras yo definía estructura y personajes en mi pequeña libreta Moleskine, bien resguardada del frío y poseída por Neo.
El caso de "Viernes a la sombra" es diferente, nada me tenía que disparar la historia porque ella había estado siempre allí, en mi inconsciente, sin embargo esta segunda novela contiene un sutil proceso alquímico dentro de la trama ya que en ese momento estaba leyendo "Psicología de la Transferencia" del maestro Jung y arrancar la historia de Natalia desde la nigredo fue demasiada tentación. "Viernes a la sombra" es mi favorita, la que siempre quise escribir. Amor y política en un viernes maldito de devaluación.
Bautizo de Viernes a la sombra
Años después, estando en Puerto Rico, el "Diario en la Habana" de Zenobia Camprubí disparó "Las siluetas del fuego". Por varios años investigué sobre la vida de Zenobia y Juan Ramon Jimenez, lo cual fue a la vez un placer y una angustia porque en medio de tanta poesía tuve que lidiar con temas amenazantes como la guerra civil y el exilio. Además decidí conocer La Habana donde comenzó el exilio de Z y JR, lugar que despertó en mi miles de anhelos caribeños e indignaciones.
Todo el año 2011 viví en Barcelona mientras trabajaba con la editorial Alrevés para que saliera la historia de Zenobia. Mientras recorría esa ciudad maravillosa, de cabo a rabo, comencé a escribir mi cuarta novela, la que traía esbozada desde Zurich. Las primeras páginas las escribí en el Barrio de Gracia con el mercado de Abaceira enfrente donde bajaba al terminar a comer una sepia con patatas acompañada con vinito blanco. Luego continué con mi trabajo en un espléndido edificio modernista en Ausias March, cerca del Arco de Triunfo y La Ciudadela, uno de los lugares donde me he sentido mejor porque aprendí a meditar caminando. La primera versión de la novela la escribí allí después de decidir que mi protagonista desaparecería en el deslave de Vargas. Esa decisión convirtió esta novela en un producto de interés para Venezuela.
Foto del pintor Antonio Ugarte
"Aromas del diluvio", así se llama mi cuarta novela. Es la historia de unos amigos que se van a la playa unos días antes de las navidades de 1999 y sucede el deslave. Una amiga que los acompaña desaparece, se la lleva el mar, ellos regresan, logran sobrevivir, organizan sus existencias hasta que diez años después la desaparecida da señales de vida y no muy contenta. "Aromas del diluvio' además de contar la historia de una tribu de personas muy particulares, diría que postmodernas, refleja mis años de nómada, otra marca de la postmodernidad. Pasa en Caracas, Zurich, Brooklyn, Miami y en otros lugares menos conocidos que visité cuando pasé unos años viajando, todavía sin entender bien la diáspora que nos había difuminado por el mundo, a mi y a mis hijos.


Durante estos meses pasados del año 2015 ayudé a dos escritoras venezolanas a dar forma definitiva a sus novelas. Estuve en contacto directo con cada una, he sido testigo del empeño que ha culminado con la publicación de ambas obras este mes de septiembre en Amazon.
Thais Navarrete, psicóloga venezolana radicada en Miami, publica "Y sabrás que te quiero". Su protagonista sabe que existe un secreto familiar que le impide ser completamente feliz, pasan muchas cosas, muchos boleros, para que su vida se aclare. Personajes trabajados a fondo, mucho oficio.
Isa Nuñez decidió escribir "La viuda virgen" delante de mi, en el taller "La historia de tu vida" en Caracas, 2013. Desde ese día no paró y me siento orgullosa del resultado por Isa y porque también es un triunfo de mi taller. Isa es empresaria exitosa, productora de eventos, gran experiencia en mercadeo de licores, donde nos conocimos, ahora también tendrá éxito como autora.  El título de la novela dice mucho y no puede ser más atractivo.
El empeño de estas dos mujeres, brillantes, trabajadoras, ya de vuelta de muchas situaciones en la vida, me decidió a montar "Aromas del diluvio" en Amazon para acompañarlas. Allí está en Kindle Store junto a mis otras novelas. Ojo que dos de ella se pueden leer en Kindleunlimited sin costo alguno.



domingo, 26 de abril de 2015

El teatro de los Villegas hasta Bolivar Film.

Después de que uno lee a Carl Jung es imposible no estar pendiente de las sincronicidades, ellas existen, suceden, pasan por algo, la cuestión es disfrutarlas y atrapar lo que nos dejan.
Hace poco monté en Amazon el libro de Germán Rodriguez Citraro, unos cuentos eróticos que he leído y releído, siempre encontrando algo nuevo, disfrutando mucho cuando explica la frenética vida nocturna en Caracas a principio de los años 60. Allí supe que había toda una fascinación por las artistas del cuplé, más allá de Sarita Montiel.
Pero ahí mismito, en la más expedita experiencia junguiana, leí el libro de Eleonora Villegas, una historia familiar, de esas que me gustan, narrada como teatro, como corresponde a una hija de Luis Guillermo Villegas. En ella está plasmada a través de las más insólitas escenas la vida del cuplé.
Hermanas Portocarrero en la radio


"La vida! ¿Un teatro?", así se llama el libro, es también una historia de pioneros. Escena tras escena, Eleonora nos va contando cómo fue desenvolviéndose la vida de su papá desde representante de artistas viajeros hasta fundar la gran empresa familiar que es hoy en dia Bolivar Film.
A medida que leía afloraron lejanos recuerdos de los cuentos de mi abuela sobre una Caracas que hace apenas un siglo disfrutaba de un incipiente teatro, casi siempre el oficio de familias dedicadas de lleno a ello, militantes, entregadas, decididas a dar todo por las tablas, pariendo, amamantando, muriendo en medio de la escena y hasta conversando inadvertidamente con Sandino, como le pasó a la madre de Villegas.
En "La vida! ¿Un teatro?", a través de los viajes de Villegas por Latinoamérica, descubrimos también lo difícil que fue sobrevivir durante aquella época, eso para los que piensan que todo tiempo pasado fue mejor.
Carmencita, hermana de Luis Guillermo

Pero lo más junguiano de todo es que Eleonora comenzó a narrar la historia familiar y de una vez lo hizo como una pieza de teatro, memoria akashica, genes, lo que sea. Lo que se hereda no se hurta.
Ahora necesitamos que nos cuente más sobre Bolivar Film, ya que una de las escenas más interesantes es cuando Villegas conversa con Juana Sujo, en plena filmación de "La Balandra Isabel llegó esta tarde", o cuando grabaron al gobernador de Ciudad Bolívar sin rollo en la cámara.

Por supuesto que detrás de una personalidad Alfa como la de Luis Guillermo Villegas están unas cuantas mujeres. Primero que todo su señora madre, muy bien descrita por sus acciones, uno se la imagina con gran claridad: avanzada para su época, determinada, recurrente, pendiente de su familia y del teatro, juntos, en el mismo plano. Sus hermanas, las Portocarrero, dedicadas al teatro como él y la madre.  Luego se enamora en Méjico de una muchacha igualmente determinada pero que lo lleva a establecerse más allá del teatro, aunque siempre en contacto con el espectáculo.
El libro de Eleonora Villegas forma parte de todas esas historias familiares que quedarán como legado, como testimonio de lo que verdaderamente pasaba en Venezuela cuando podíamos vivir para contarla.
También hermana de L.G. Villegas

Todas las fotos son parte del libro de Eleonora Villegas, un documento importante que se deja colar entre las tablas.