LAS SILUETAS DEL FUEGO (reseña de María Cristina Capriles)
Acabo de llegar al desenlace. Elisa Arráiz escribió el libro y se lo dedicó a Anita Lucca, su mamá. Lo disfruté de la primera a la última página y lo leí de seguidas, en tres sentadas. Atrapa. Sorprende. Es cual un Diario salido de las manos de Zenobia Camprubí. Es una biografía de Zenobia. Es una nueva estructura novelística escrita en primera persona, ¿por la autora?, si y no. Está escrita en primera persona por un personaje que dialoga con una segunda persona, otro personaje. Dos amigas que investigan a Zenobia Camprubí. Es una novela feminista y universal. Es a través de una profunda investigación como Elisa Arráiz, autora, ausculta, se sumerge en las raíces Lucca que ya viene trabajando desde TE PIENSO EN EL PUERTO, y ahora cual explosión une a los corsos dispersos en el Caribe, exiliados, inmigrantes en tierras de América, regados en Venezuela y Puerto Rico, en una novela cosmopolita y llena de genialidad, al lado del talento de Juan Ramón Jiménez, el marido, presente pero aparte, donde la estrella es Zenobia, quien vivió para y por el genio de su marido y también supo vivir para ella y por ella, hizo lo que quiso. Amó a Juan Ramón Jiménez con pasión, delirio, respeto y admiración. Al final, ambos enfermos... -¿Por qué el día de la muerte de Zenobia, él no estuvo a su lado en su cuarto del hospital, agarrándole la mano como ella lo había soñado? Zenobia dejó su propia obra, dejó la obra de Juan Ramón a la que acompañó y cuidó toda su vida, transcribió, mercadeó y fue su productora editorial.
Siguiendo el tránsito de los Jiménez Camprubí, a la vez el tránsito investigativo y de encuentros de las dos mujeres, amigas, los personajes activos de la novela investigativa que en su especialísima estructura coloquial, viajamos los lectores por Puerto Rico, España, Cuba, Venezuela, Argentina y Estados Unidos. Realmente un periplo que cual en un Diario nos pasea de lo general a lo particular y al detalle, del macrocosmos de la esplendorosa obra de Juan Ramón Jiménez y su compañera Zenobia al microcosmos del nombre de pila del barman real del hotel real donde los personajes se hospedan en San Juan de Puerto Rico. Es una visión no sólo de una hispanoamericana, de una venezolana, de una caraqueña que es Elisa Arráiz, es la visión global, universal, de una gran mujer, Zenobia, al lado de un gran hombre, es la visión de su amor, comprensión, perdón, creación, y el manejo de las emociones diversas de los personajes.
Y, volviendo a la creadora de LAS SILUETAS DEL FUEGO, Elisa Arráiz, -¿hasta dónde hay en la novela datos autobiográficos, genealógicos, personales en fin?
Esperamos desde ahora la próxima novela de esta pluma que escribe con facilidad pasmante la síntesis de años en pocas páginas que dicen tanto y resumen investigación profunda.
Para mi, el primer personaje Elisa Arráiz, exprésase en primera persona, mas el segundo personaje la segunda del diálogo, son la sumatoria de todas las personas con las que indagó para rehacer el tránsito vital de Zenobia y Juan Ramón. Ella terminó. Un Eureka! por novelar tan inmensa cantidad de información basada en pruebas demostrables. Es un libro trascendente LAS SILUETAS DEL FUEGO, que al mantenerse encendidas no se desvanecen... bailan, vibran y saltan, siempre allí.
María Cristina Capriles
18 de noviembre de 2011
2 comentarios:
Elisa, vuelvo a decirte que disfruté demasiado la novela, la volveré a leer pues siempre en las posteriores lecturas es que se disfruta de una gran obrañ
Marisela
Gracias Marisela¡ Abrazo
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