Esa lavandería fue para mi una aventura multilingual, con una clientela más que todo polaca, del barrio de Williamsburg, pero atendida por una chinita que me daba por la cintura pero dejaba claro cómo era nuestro negocio con una voz estentórea. Todavía no sé si ella habla inglés o yo hablo chino, pero nos entendimos.
Ese es uno de los muchos recuerdos que tengo de esos meses en Brooklyn, en la zona maravillosa de Greenpoint desde donde se veía la bellísima silueta de Manhattan.
Había buscado en el mapa la Laundromat más cerca en Coral Gables y resultó una verdadera sorpresa, más bien una feliz sorpresa mayamera. Pensaba que me iba a encontrar con las desvencijadas máquinas de lavar que había utilizado en Brooklyn y que pasaría horas frente a ellas, sentada en un banco duro sin cruzar palabra con nadie, sin siquiera arriesgar una simple ojeada para ver de qué se trataba mi vecino que también lavaba, pero no, mi lavandería cercana es el state of the art de las Laundromat de la Florida.
Confieso que ante tanto acero inoxidable y topes de granito me sentí algo confusa, estaba parada aturdida dentro de una cocina de revista italiana, pero así resultó la cosa en Mily´s Laundromat, hasta daba pena sacar el paquete de jabón barato que había encontrado en el Walgreens de la esquina, me provocaba tener a mano uno de esos súper oloroso potes de jabón Marsella para lavar, esos que se compran en los supermercados franceses.
Previendo, me llevé Vanity Fair para leer el ensayo de Monica Lewinsky que hace días estaba esperando por mi, deseaba saber su reacción ante el inminente lanzamiento de la campaña electoral de Hillary Clinton y su posible triunfo, también me picaba la curiosidad saber cómo contaría el episodio su principal protagonista 15 años después.
Por poco no logro leerlo, el ambiente en Mily´s Laundromat es de cordialidad y entendimiento, de interminables consejos sobre la mejor manera de utilizar las máquinas y de posibilidades de encontrarnos en un futuro muy cercano para seguir con la habladera. O sea, lavar en Miami es una fuente de información y networking.
Entre todas las actividades en paralelo que se suceden en Laundromat de la 8 calle, logré leer el ensayo que ha escrito la Lewinsky antes de que una tremenda aplanadora le pase por encima y la mande probablemente al voluntario exilio.
Dice muchas cosas, pero la que más me impresionó es lo difícil, por no decir imposible, que le ha resultado conseguir trabajo en estos 15 años. Después de su debacle vestida de azul solamente ha logrado participar en proyectos de trabajo propios, a pesar de haber estudiado un master en el London School of Economics cuya tesis de grado trata sobre "la búsqueda de juicios imparciales, publicity antes de los juicios y sus efectos en terceras personas", sin embargo, ninguna de las personas de recursos humanos o ejecutivos de compañía que la han llamado para una entrevista han tenido la intención de contratarla. Esas personas, con la excusa de una conversación de trabajo, han tratado de bucear en su pasado para ver si logran alguna nueva pista sobre su insondable relación con Bill Clinton y al final le han dicho que es imposible tenerla en la empresa por razones obvias. Así de claros.
A mi, el final de la entrevista me dejó un poco temblorosa, la ropa la doblé de manera desigual y sin ningún estilo, no volví a la conversación general en spanglish que tanto me divierte, sino que pensé llegar pronto a casa para volver a leerla, para ver si no había entendido bien porque ya estaba cansada.
"Enero 30, 1998, nueve días después del escándalo, Le Bernardine, Manhattan: las escritoras Erika Jong, Nancy Friday, Katie Roiphe, Elizabeth Benedict, las editoras Patricia Marx y Marisa Bowe, todas feministas y reunidas por The New York Observer para hablar sobre el Interngate"
"De allí no salió ningún apoyo", cuenta Mónica Lewinsky, ella conoce la grabación del momento, sabe de los comentarios evasivos y hasta jocosos de cada una de ellas. Monica reflexiona sobre la imposibilidad de que alguna se solidarizara con ella después del apoyo que le ha dado Bill Clinton al movimiento feminista.
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