lunes, 24 de octubre de 2011

LOS RAYOS CAUTIVOS O LA TRANQUILIDAD SUPREMA
Parece que los rayos que entran en un invernadero no salen, se dedican a dar vida a las plantas cautivas en esa gran jaula de cristal. Por ese lado me gustan los invernaderos, porque acogen a los mensajeros de la supervivencia que penetran a costa de quedar presos para siempre. Trato de no pensar en la angustia de esos rayos de luz que se encuentran atrapados, trato de convencerme de que en sus danzas con las ramas de los arboles quedan enganchados en un romance que dura eternamente.
Pero aparte de estas sensaciones apasionadas y crípticas, no hay nada más emocionante que pasear por un jardín botánico para toparse con una caja de cristal.

Invernadero del Brooklyn Botanical Garden
Uno va todo descuidado y orgulloso pensando que está cumpliendo con su cuota de verde y se encuentra de golpe con una estructura muy particular, y a pesar de que uno conoce perfectamente lo que tiene enfrente, piensa que acaba de aterrizar en otro planeta.
He tenido experiencias memorables. Tal vez la más romántica fue en el Jardin Botánico de Brooklyn y la más tecnológica en la burbuja Masoala de Zurich. Tema aparte es el invernadero del Parque de La Ciudadela en Barcelona que me pone a flipar.
Invernadero de La Ciudadela en Barcelona
Nada de lo que había leído sobre el Botánico de Brooklyn me había preparado para una estructura tan sugerente. Más bien iba buscando el jardín japonés donde florecen los famosos cerezos en la primavera. Los cerezos ya habían florecido y muerto, arte efímero, pero me encontré dentro del invernadero, además de la maravillosa explosión de palmas que me gritan que soy del trópico, un jardín japonés muy especial donde fue imposible no sentarse a meditar.
Jardín japonés- Brooklyn
En el Jardín Botánico de Brooklyn uno comprende que la zona no es solo un barrio de locos creadores sino que hay una arraigada tradición, una solidez nada itinerante que existe desde antes de que el puente los uniera con Manhattan.
La Selva Tropical Masoala es un alarde de tecnología suiza. Me explico: tomaron un espacio de terreno de Madagascar con una pala mecánica gigante y lo depositaron al lado del zoológico de Zurich, lo colocaron dentro de una inmensa burbuja de plástico que está conectada a unos conductos por donde entra el clima apropiado, es decir, todos allí dentro reciben la temperatura adecuada para ser felices. ¡Qué más se puede pedir! Esta es la contribución de la ciudad de Zurich para llamar la atención sobre las especies de la selva tropical de Madagascar, cuyo destino es desaparecer en poco tiempo si no se hace algo.
Selva tropical Masoala en Zurich
Cuando entro al Parque de La Ciudadela en Barcelona, bajando desde Arco de Triunfo por el Paseo Lluís Companys, me encuentro a mano derecha con el Castillo de los Tres Dragones, y si no cruzo a la izquierda y continúo camino hacia el lago, me topo a la derecha con una joya emocionante, para mi es así porque cualquier estructura modernista me revoluciona los recuerdos de mi madre. Allí está el Invernadero de La Ciudadela, obra de Josep Amargós que se inspira en elementos helenísticos pero que cumple con el estilo de la ciudad en su época.
Invernadero de La Ciudadela


Si me asomo a los cristales del invernadero de La Ciudadela siento cierta envidia al observar las plantas, erguidas, indiferentes, impertérritas, ignorantes de todo lo que está pasando, de todo lo que nos está pasando. Ser una planta de invernadero significa alcanzar la tranquilidad suprema.

5 comentarios:

Daniele dijo...

Barcelooooona!!!
Ese paseo que describes, hay que hacerlo todos los dias, para que se quede bien grabado en la mente.
Es ciudad humana, metropolis humana!
Gracias por estos 5 minutos de recuerdos en la ajetreada "vitae mayamensis".

Elisa Arraiz Lucca dijo...

Ojalá vengan pronto y paseamos por La Ciudadela!

Luisa Elena Sucre Fernández dijo...

¡Fascinante este viaje emocional y sensorial por las interioridades de los viveros de cristal y sus rayos atrapados...!

Me encantó Elisa... además ¡no sabía lo de los rayos!!!

Me entraron unas ganas locas de meterme en uno, pero aqui en el trópica de Caracas los rayos no tiene donde ser atrapados...

Cariños.

Juan dijo...

Los invernaderos son obras de arte vegetal creados en busca del espacio perdido...

Domingo Alberto dijo...

Cada vez que leo algo tuyo Elisa me convenzo más de la calidad de tu alma de poetisa querida... yo, pragmático como todo descendiente de campesinos no voy más allá de ver en los invernaderos una anera de mejorar la prioductividad de las cosechas... bruto que es uno Eli.

Cariños, Domingo Alberto.

Domingo Alberto.