Cada vez me siento más cómoda conmigo misma y me apropio de los espacios temporales con más facilidad. Yo se lo atribuyo a mis lecturas Zen.
Si paso unas horas aceleradas, tratando de hacer varias cosas a la vez, intentando llegar muy rápido a lo que me he propuesto y empujando los conceptos para que calcen de una vez necesito detenerme, respirar y sonreír (aunque las enseñanzas dicen: sonreír, respirar y detenerse) para entrar en un estado de tranquilidad y paz que nada ni nadie puede perturbar.
La primera vez que supe de la palabra Zen fue cuando tuve en mis manos un popular libro de los años setenta que se llama "Zen and the art of motorcycle maintenance", escrito por Pirsig en el tiempo libre que le dejaba su trabajo de redactor de manuales de computación. Este Zen no tiene nada que ver con el Zen que me ayuda a centrarme pero es una gran lección para abrir la mente, para comprender que la ciencia y la tecnología pueden vivir en franca armonía con la creatividad y la intuición, y que integrar esos conceptos es lo que garantiza una buena calidad de vida.
Una de las cosas más importantes que he aprendido leyendo el Zen de verdad, aunque siempre me decanto por las versiones más light, es que ir por el mundo ligero de equipaje es mucho más fácil. Para mi fue de gran utilidad escuchar a un maestro explicar la teoría de los tres montoncitos. Por ejemplo: uno va a viajar y tiene que hacer la maleta. Coloca sobre la cama todo lo que piensa y supone que debe llevar, lo observa y le parece mucho, sabe por experiencia que es mucho, entonces comienza a separar: a la izquierda va lo que de ninguna manera se puede quedar fuera de la maleta, a la derecha va lo que en realidad es un capricho y más bien va a estorbar, lo que siempre lleva y nunca utiliza, y en el medio coloca lo que podría ir o se podría quedar o lo que decidirá a última hora. La maleta termina siendo una verdadera maleta y el peso será el ideal.
Esta aparente tontería que les estoy contando es un arma poderosa para vivir mejor porque es aplicable a infinidad de circunstancias y lugares, aquellos momentos cuando sentimos que no respiramos bien solamente porque hay un montón de cosas o particularidades que sobran. Y digo circunstancias porque también se puede hacer con situaciones donde algo no funciona bien. Uno rápidamente aprende en que momento debe hacer montoncitos y comienza a hacer los correctos.
También hay una lista de hábitos inspirados en el ZEN que leí en el blog de Leo Babauta que me parece muy útil. Estas son sus recomendaciones:
menos TV más lectura
menos compras más paseos
menos encierro más espacio
menos apuro más pausa
menos consumo más inventiva
menos comida basura más comida sana
menos exceso de trabajo más impacto
menos conducir más caminar
menos ruido más silencio
menos futuro más presente
menos trabajo más juego
menos angustia más sonrisas
2 comentarios:
Me gusta lo sencillo y práctico de tu mensaje y tus ganas de compartir algo que te ha ayudado. Recomiéndame qué leer para conocer el ZEN.
Hola Alicia, la mejor manera de empezar a conocer el ZEN es navegando en la red. Allí encuentras la información. También puedes ir a alguna librería esotérica o de auto-ayuda y revisar lo que tienen. La mejor en Caracas es Templo Interno en en Centro Plaza. No sé si está funcionando. Saludos, Elisa
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