LA REVOLUCIÓN ES COMO UN TREN Y EN ESTA PARADA TE BAJAS TU
(de la serie "Las amigas de Zenobia")
Elena Mederos estaba en la Sierra Maestra el 17 de mayo de 1959 cuando se firmó la Reforma Agraria de La Plata, en ella fueron confiscadas las siembras de caña de azúcar que habían sido de la familia de su esposo. De hecho, ella fue una de las firmantes como Ministra de Bienestar Social, cargo que había creado Fidel especialmente para Elena y en el que duró poco.
Parece que unos días después de decretada la Reforma Agraria, en Junio, Castro la llamó y le dijo: "Elena, la revolución es como un tren, en cada parada se baja alguien y en esta parada te bajas tu". Sin importarle todo el aporte de Mederos a la creación del Servicio Social de su país mucho antes de que los revolucionarios le ofrecieran mejorarle la vida a los más necesitados, la despidió sin miramiento alguno porque estaba convencido de que la historia lo absolvería de esto también.
Elena Mederos había trabajado durante más de treinta años en el Lyceum de La Habana, centro de la vida cultural de la ciudad, y fue quién le dio el caracter de acción social que lo hizo bien particular. En ese lugar se conocieron Elena y Zenobia Camprubí, allí mismo comenzaron sus acciones para mejorar las condiciones de vida de los presos de la cárcel de Guanabacoa.
Era apenas 1936, cuando, a pesar del exilio, Zenobia podía tomarse un vermut en el Hotel Nacional y luego caminar hasta el Hotel Vedado donde la esperaba Juan Ramón, rodeado de admiradoras; faltaban más de veinte años para que llegara la revolución que acabó con el Lyceum en 1986, cerró definitivamente el centro cultural más importante, a pesar del gran malestar que causó a sus integrantes, que nada pudieron hacer.
Hotel Nacional, La Habana |
Hotel Vedado, ahora Victoria, La Habana ¿Cómo es posible que Elena Mederos se haya montado en ese tren? |
La historia de siempre.
Luego de que Fidel la despidió, Elena se quedó por dos años en Cuba. La vida se le hizo difícil, decían los barbudos que ella conspiraba. Tuvo que salir, aunque no se lo pusieron fácil. Comenzó una nueva vida con la UNICEF en Washington, haciendo lo que sabía hacer, sin que la bajaran de ninguna parte.
Esta frase me ha producido un sueño recurrente: veo desde lo alto una larga linea de tren con estaciones cada cierto trecho, el tren va rodando y cuando hace alguna parada se bajan unos personajes cabizbajos, entran por la puerta del pequeño edificio y ya no se ven más, se desaparecen. Es obvio que quien maneja el tren en mi sueño fuma tabaco, hasta siento el olor.
Epa...a este lo bajan! |
6 comentarios:
Elisa, del tren bolivariano ya se han bajado varios, unos motu propio; a otros "los fueron". Qué pena! Gente brillante que se dejó seducir por los cantos de las sirenas de Troya!; otros, ni tanto pero venezolanos al fin y al cabo que creyeron que una "revolución pacíficia" era posible.
Pero...el tiempo de Dios es perfecto!! A bien tôt!
Milagros Vescovacci
Saluti Milagros, en tu envidiable Bastia. Yo pienso mucho en como será la reconciliación con los que se bajaron a tiempo, que los hay. No sé cómo enfrentaremos los venezolanos una circunstancia donde se necesitará compasión y fraternidad. A bien tot! Te debo la tilde sobre tot, ¡el francés es tan complicado de escribir! Abrazos.
Afortunadamente el tren de la revolución también tiene su estación de llegada, su estación final y allí tendrán que bajar todos, y pagar....
Aunque el costo real de lo que han destruído no tiene precio.
Marisela
Del tren que nos arrolla desde hace más de una década, se está bajando hasta el conductor, que tal vez no vea cuando se estrelle, si el control lo agarra algunos de los que están montados ahorita, agarrando fresco en las ventanas o viendo a ver qué sacan de la despensa o de las maletas de los pasajeros.
Cuando estaba buscando las fotos de los hoteles en La Habana, apareció este pasajero en su tren y la tentación fue mucha. Hasta está viendo para atrás, y recordé las frases que se han ido acuñando en este "proceso", para recordar algunas: tiene el sol en la espalda; te lo digo porque tengo los pelos del burro en la mano; el veintiocho, el veintiocho. Han sido tantas las cosas que hemos visto y oído, y las que faltan. Simón, estoy segura de que estás pensando que ese no es el hotel Victoria, pero si es, solamente que es una versión maquillada.
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