domingo, 19 de junio de 2011

¿Cómo meditar caminando por La Ciudadela?


Arco de triunfo
Ya nadie duda que la meditación es un salvavidas que funciona. Si sólo le dedicas veinte minutos al día sentirás que la gente es más amable, que el aire está menos contaminado, que el futuro se ve más claro y que tu cuerpo pareciera funcionar un pelín mejor.
Todo esto es comprobable a las pocas semanas de comenzar a meditar, pero antes hay que consultar la red cuidadosamente para escoger el tipo de meditación que a una le acomode: la mía es meditar caminando.
Es fácil pero se necesita práctica. Mientras caminas debes estar pendiente de tres cosas: tu respiración, el movimiento de cada parte de tu cuerpo y de los colores, olores y sonidos que te rodean.


Yo bajo por el Paseo San Juan hacia el Arco de Triunfo, aún sin empezar mi meditación pues tengo que atravesar tres cuadras con semáforos, antes de llegar al Paseo Lluís Companys. Cuando paso por debajo del Arco elimino de mi pensamiento las alegorías y símbolos de sus frisos que se parecen tanto al alboroto y al desorden de mi mente, hago borrón y cuenta nueva, y comienzo a sentir las plantas de mis pies cuando tocan la calzada. Esto indica que ha comenzado mi meditación.
Rotonda del Lago
Por el Paseo Companys me concentro en los troncos de sus inmensos árboles a la vez que siento mis piernas moverse para llevarme donde quiero; me detengo al final y hago unas respiraciones profundas antes de entrar al parque; me gusta detenerme allí y otear hacia lo lejos a ver si se divisa la Torre Agbar, es sólo un juego que me puede sacar de la meditación, sobre todo cuando recuerdo que su arquitecto, Jean Nouvel, dice que se inspiró en las montañas de Montserrat y a mi me parece claramente un falo. Como sigo pendiente de mi cuerpo esa es la manera de notar mi pelvis. 
Entro a La Ciudadela y siento que mis pulmones inhalan aire más puro, rodeada por lo verde; voy pendiente de los movimientos de mis brazos, los exagero, los subo, los bajo, y voy buscando con la mirada los colores de las flores; cantan los pajaritos. Aquí alcanzo un momento estupendo, creo que es el climax de mi meditación porque todo cambia cuando siento la rigidez de mi garganta.
Me voy a la Rotonda del Lago en busca de su paz para exiliar de mi mente la soga al cuello.  A veces ni siquiera logro volver la cabeza hacia la izquierda o hacia la derecha, y es que recuerdo "La ciudad de los prodigios", allí dice Eduardo Mendoza que fue en esta explanada donde las tropas borbónicas ahorcaron a los catalanes rebeldes, dejando sus cuerpos tendidos para que se los comieran los cuervos.

Glorieta de la Música

De la Rotonda camino hasta la Glorieta de la Música donde juegan los niños de día y por la noche se baila tango. Subo los escalones y me refugio en la sombra; me toco el rostro, delineo mis facciones con los dedos y hago algunas muecas para comprobar que todavía existe.
Con lentitud me abrazo de uno de los pilares del gazebo victoriano, dando la espalda a la famosa Cascada Monumental. Es el momento de ocuparme de lo que pasa en mi cabeza, me quedo inmóvil esperando que lleguen: poco a poco se van acercando las notas de"Für Elise". Es con Beethoven que culmina mi meditación.























2 comentarios:

Luisa Elena Sucre Fernández dijo...

Elisa! Me encanta tu descripción de tu maravillosa meditación en movimiento.

Yo medito 20 minutos diarios desde hace dos años, la mayoría de las veces tendida en mi cama, pero también me gusta la meditación en movimiento.

Gracias por compartir tu experiencia ¡ahora se que tu también eres una meditadora!

Cariños,
LuisaE

Elisa Arraiz Lucca dijo...

Gracias Luisa, quisiera poner tus blogs aqui, siempre los leo.
Abrazos.E