miércoles, 22 de junio de 2011

"LA MALDITA CIRCUNSTANCIA DEL AGUA POR TODAS PARTES"


Malecón de La Habana
Cuando  estuve en La Habana en el 2008, le pedí al escritor Antón Arrufat que me consiguiera una entrevista con el poeta Cintio Vitier porque quería conversar con él sobre su amistad con Zenobia y Juan Ramón Jiménez. Arrufat, muy amablemente, me contestó que sería difícil porque no se hablaba desde hace años con Vitier. Yo me quedé en silencio, como debe ser cuando se sospechan motivos políticos en la isla, pero el escritor me aclaró, con cierta vergüenza reflejada en su rostro, que pertenecían a bandos distintos: él estaba con Piñera ("La maldita circunstancia del agua por todas partes") y Cintio con Lezama Lima ("Nacer en esta isla es una fiesta innombrable").
Resulta que cincuenta años después todavía perduraban las diferencias por ese tema en Cuba, una polémica que había durado tanto como Fidel Castro en el poder. Sin embargo, Arrufat si había vivido una maldición en la isla, se había consumido catorce de sus años  envolviendo paquetes en los sótanos de la Biblioteca Nacional de La Habana porque lo condenaron al silencio. El delito: había escrito una pieza teatral estrenada en 1968 que no gustó al régimen. Le dieron carpetazo a "Los siete contra Tebas" y sólo en el 2007 permitieron que se volviera a montar.

Es curioso, pero luego, he escuchado varias veces ese tema de la gente que no se siente a gusto viviendo en una isla, que les falta espacio, que es un inconveniente ante una emergencia, hasta alguien me ha dicho que de sólo pensar en la idea le da claustrofobia.

Playa del Agua, Isla de Margarita
En Venezuela conozco algunas personas que han escapado del enredo de Caracas y viven contentos en la isla de Margarita, claro que hay algunas fallas, pero en general pareciera que allí hay más paz. No sé si la crisis eléctrica los devuelva para tierra firme, pero lo que si digo es que no hay playas en el mundo mejores que las de Margarita y por eso es un privilegio poder vivir allí.
Torre genovesa en el Cabo Corso
Lo mismo digo de la isla de Córcega, donde me he quedado durante meses en casi un limbo medieval, ese es un privilegio de otro tipo, no de playas, aunque si las hay bonitas, pero es la fuerza y el misterio del paisaje lo que amarra a ese lugar. Allí sólo pasas trabajo para salir si los ferry se ponen en huelga, que se ponen, y si los controladores aéreos deciden no atender su torre si no los escucha la administración continental, que también pasa, por lo demás, si por casualidad cuentas con un apellido corso eres protegido y celebrado por tus paisanos instantáneos. Para mi Córcega es una fiesta.

Esas son mis dos islas favoritas pero tengo que confesar que me enamoré de La Habana, sueño con verla toda restaurada, pido que Eusebio Leal consiga todo el dinero necesario para volverla a armar. Cuando eso pase la pongo en mi lista.

Bueno, al final si conseguí la cita con Vitier.

1 comentario:

María Mercedes Nouel dijo...

Estoy encantada con tu blog, tus historias e investigaciones. Cómo está lo del libro??? Que continúen los éxitos, voy a poner tu blog entre mis links.
un besote con el cariño de tantos años!!!
MMercedes